domingo, 22 de julio de 2007

Turning world



En un país que no apuesta por la danza internacional, a no ser compañías y coreógrafos (que no creadores) cuyo trabajo venga avalado por una especie de sello de calidad de dudosa expendeduría, este año han logrado superar su conservadurismo dancístico y “the place” después de pensárselo durante ocho años ha reestablecido el festival “the turning world”.
En 1990 y por una década, uno de los pocos sabios venerados en el panorama isleño, John Ashford, decidió crear una plataforma para coreógrafos de otros mundos, perdón de fuera del Reino Unido, dando a conocer al mundo, perdón al Reino Unido, a algunos de los que hoy ya son grandes nombres en posesión del sello ese de calidad: Alain Platel, de Keersmaeker, Vandekeybus, Tankard, Rui Horta…

El festival en sus publicaciones nos cuenta que este año los elegidos han sido tales por su excepcional visión y heterogeneidad con respecto al panorama Europeo, y como público debo dar las gracias porque, aunque parezca mentira que este escribiendo esto, ha sido verdad. Nos han ofrecido una versión real, global (y por ello desesperanzadora) y bien cotejada con el proyecto “European Dancehouse Network” que une distintas plataformas dedicadas a la danza en siete países distintos. Proyecto muy interesante para quien le apetezca profundizar.
Siete es un número mágico y de tal se ha compuesto la programación en estos veintiún días, tres veces siete. Y por seguir con los números puedo hablar de cinco de ellos, los otros dos me los perdí, no por decisión propia.

Erna Omarsdottir y Johann Johannsson (Islandia).- The Mysteries of Love.-
Éste me lo perdí.

Ina Christel Johannessen's, Zero Visibility Corp (Noruega).- I have a secret to tell you (please) leave with me.-
Ésta la vi. De hecho compré mi entrada, porque no vean lo que cuesta conseguir invitaciones en el capitalismo. Acudí con la ilusión de un niño pequeño ya que había visto hace un par de años un excelente duo montado por la misma coreógrafa, “...it's only a rehearsal”, e interpretado por dos increíbles, maravillosos, inusitados, asombrosos, mágicos, estupendos, guapos y altos intérpretes. Un chico que viene de formación y autoformación circense y una chica ex- de la compañía “carte blanche”: Dimitri Jourde y Line Toermoen. Y es que no ha sido fácil en estos pocos años que llevo aficionadillo a la danza, ver algo con esa calidad de movimiento. Así que, error reconocido, se convirtió en una (entre muy pocas) piezas, que mas tarde uso como rasero para medir las demás, olvidando que ya lo dicen los políticos: la cultura y el arte no tiene medida, pero es que hay cosas que ya desde la escuela me cuestan aprender.
Esta vez eran cuatro los subidos a los altares escénicos. Tomando como centro del universo a esa Mujer, Line Toermoen (y las mayúsculas no son un error), los tres chicos pululaban a su alrededor, con contactos tan esporádicos como excéntricos pero demostrando una vez más que la señora Ina Christel Johannessen, es una consagrada maestra en el arte de coreografiar duos…

Yasmeen Godder (Israel), I'm Mean, I Am.-
Éste también me lo perdí y con mucha pena por mi parte pues el panorama israelí promete y mucho. Últimamente casi todo lo que nos lleva de aquella zona compleja parece creado con un particular esmero. ¿Será porque su arte se desarrolla en un continuo conflicto bélico?
Parafraseando a Kundera: la cultura no es más que la perversión que se llama historia, esa manía de ir siempre hacia delante, como una carrera de relevos, caracterizada por el ansía de originalidad, el ansia de cambio. Robespierre, Napoleón, Beethoven, Stalin… La guerra y la cultura son el cielo y el infierno de occidente, cuando se acabe uno se acabará el otro. Eso de que en Europa no haya Guerra desde hace un siglo tiene alguna misteriosa relación con que hace un siglo que no aparece ningún Picasso. ¿Se podrá hacer algún día arte de verdad sin tener que poner a la muerte de por medio?

Örjan Andersson (Suecia), Ready To Explode.-
De ésta puedo decir que mi acompañante y yo disfrutamos enormemente de un momento en el que a mitad de la obra se apagan todas las luces y nos dejaron disfrutar de la música a ritmo de reggae.
Cansado ya de falsedad gravitatoria, apoyos sobre objetos q no son apoyos, contacto con el resto de bailarines que no es contacto, todo arriba arriba arriba, aparentando estar abajo abajo abajo. Un timo.
Un coreógrafo que acostumbra a montar para compañías como: Nederlands Dans Theater, nuestra Compañía Nacional de Danza, el Royal Ballet de Estocolmo o el Gothenburg Ballet, siguiendo la línea de las piezas insubstanciales, con una negación absoluta del ritmo y aburrida muy aburrida.
Nota que deja de ser original por su mención casi constante es la calidad de los bailarines, y es que ya se saber: teniendo una limosna para el leproso del arte te puedes comprar a cualquiera.

Alexandra Waierstall, Noema Dance Works (Chipre), Crossing Border.-
Este es el futuro de la danza.
Sin fronteras entre el arte visual y el movimiento. Invitada su compañía para festivales como manifesta o “Urban Fetishes” en Tanz Quartier en Viena, demuestra que no solo sabe coreografiar, también sabe rodearse de los mejores para crear instalaciones sobre el escenario con una mezcla excelente de movimiento, paisaje sonoro, escenografía y dramaturgia.
Muy complejo de describir pues todo se centraba en crear un espacio en el que desenvolverse. Para ello utilizaban sus cuerpos, sus ropas o cualquier elemento que encontrasen para crear imágenes, formas en el espacio, jaulas para la acción… Mucho mejor de ver que de describir.
Una pieza que supone un reto absoluto para los intérpretes que tienen que alternar entre el movimiento mínimo o la quietud total al movimiento preciso e indómito pasando por desplazamientos prolongados por todo el espacio escénico. Tan difícil que esta vez si eché en falta movers más experimentados que me arrebatasen el aliento con su presencia, pero supongo que de esos hay pocos y no son precisamente leprosos que se puedan comprar con una limosna.

Jyrki Karttunen's (Finlandia), Human Imitations.-
Prometía mucho y al público le convenció. A mi no.
Una broma al teatro negro.
Unos bailarines que unificaban una sucia dinámica del movimiento, siguiendo la inercia sin ponerle un fin determinado.
Una historia que siendo un comic continuo, pretendía mostrar los límites entre la realidad y la ficción.

Chris Haring (Austria), Kind Of Heroes.-
Haré caso a mi acompañante que nació en Viena. La crítica es suya, pero ya se sabe uno no utiliza pensamientos de otro sino le sirven para concretar los suyos propios.
De alguna manera recuerda al último trabajo de Alain Platel VPRS, que ha podido verse en Madrid el otoño pasado en el cual los intérpretes han sido elegidos por lo extremo de sus apariencias físicas, la diferencia fundamental es que mientras Platel crea un caos extremadamente armónico lo de Chris Haring se queda en solo un caos extremo, en el que al final puede entreverse algo brillante que no llega a relucir.
Se ve la presión a la que Viena somete a sus artistas para crear, algo así llamado especial. A veces menos es más


Y esto es todo lo que ha dado el festival.
Crucemos los dedos para que el escaso público que por lo general asistió a un festival sin publicidad, no sea motivo para que pasen otros ocho años sin este festival que tan bien elige los futuros nombres de la danza europea, que pese a todo lo que haya despotricado contra alguno de ellos, es sin duda lo que esta marcando la tendencia en el viejo y cansado continente.
A veces creo que deberíamos tomarnos todos unas vacaciones.

Feliz verano.





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